Su estructura
colosal es una divina tentación que encierra una bulliciosa y colorida cultura
de mall; sus usuarios la contemplan y con emoción, recorren el santuario del
consumo hipnotizados por cada rincón
Ada Victoria Serrano
Fotografías: Luis Castillo
Una
entrada gratis para ver el desfile que esconde el territorio Orinokia Mall es
el boleto que, a diario, más de uno
utiliza con fines variados. La gran cantidad de personas que transitan por las
calles de esta mini ciudad es una de las principales características que lo
describe. Pero, usted se ha detenido a pensar ¿qué ha cambiado en el colectivo
que paso a paso deambula por este esqueleto arquitectónico?
Gracias
a una encuesta realizada a 100 visitantes de este mall se pudo determinar la
vuelta social que han experimentado quienes lo frecuentan.
Los
datos arrojan que la llegada de este gigante propinó un sacudón en la población, ése que hiciera romper la
melodía gris y convencional establecida en la apariencia de los centros de
compras más tradicionales. De esta manera, su presencia en la región invita a
sus caminantes a probar notas que otorgan un nuevo menú de alternativas de
productos y servicios que se ajustan a cada quien y a cada cual.
Encopetadas,
con bolsos grandes y vestidas de punta en blanco, las señoras que están pisando
las cuatro décadas, según los resultados obtenidos, antes decidían comprar sus
divinas posesiones en la capital o en Maturín, pero ahora se pasean deseosas
de “raspar” la tarjeta en las
franquicias que llegaron finalmente al macizo.
Otras,
respingadas, acicaladas con cabellera de peluquería y rostro empolvado para
ocultar los vestigios de los años, caminan a un ritmo moderado, para poder
deleitar sus ojos con las combinaciones más llamativas que deslumbran la cara
visible de las tiendas. Afirman vestir al último grito de la moda para
disimular los kilitos demás y prefieren calzar tacones altos de punta fina o
sandalias atrevidas para verse “divinas” en los espacios de Orinokia Mall.
Antes,
sólo era usual observar estos atuendos en alguna reunión de trabajo, cumpleaños
u otra ocasión especial, afirma un gran porcentaje.
Tomar
un café, fumar un cigarrillo, establecer una plática amena con las amigas y
observar la exposición humana que se postra ante sus ojos, son usos que dan las
personas pertenecientes al segmento femenino entre los 30 a 45 años.
Por
su parte, a las féminas más jóvenes entre los 15 a 29 años les fascina
internarse en los almacenes de mayor renombre, con la misión de encontrar los
trapos que calen mejor en sus esbeltas figuras. Comer en la feria y planificar
encuentros con los panas del colegio, universidad o trabajo para ir al cine, es
otra utilidad que hallan en este coloso. Asimismo, estas aseguran que pudiesen
pasar todo el día en las instalaciones del mall, adoptándolo como el lugar
favorito para socializar.
De
igual forma, el derroche de físico obtenido en unas cuantas horas de gimnasio
al día, también se hace presente en las plazas del centro. Una porción de la
muestra conformada por los hombres con edades entre los 15 a 29 años, señalaron
que “la pinta” para entrar a Orinokia
exige un poco de cuidado. La predilección por los jeans pre-lavados, franelas o
camisas por fuera, acentúan un gusto informal que prolifera en los usuarios del
mall. Las cabelleras aglutinadas de gelatina que asemejan obras de arte hechas
con un peine o el uso de gorras, son otros de los estilos que se han impuesto
en las melenas de esta selección.
Sin
embargo, aquellos entre los 30 a 45 años apuntaron que uno de los cambios más
significativos ha sido el servicio en
horario extendido que se puede encontrar allí, el cual permite hacer diligencias bancarias o inclusive
realizar compras puntuales luego de la jornada de trabajo sin complicación
alguna. Estos se declaran ajetreados y con el tiempo justo para hacer sólo lo
necesario, inclusive utilizan los espacios de la feria para consultar su buzón
de correo electrónico o terminar algún trabajo pendiente.
Duelo de comerciantes
Este
epicentro del comercio también ha originado una transformación en la forma de
prestar los servicios, otorgando un valor adicional a la clientela.
Muchos
dicen que la amabilidad y cordialidad han renacido en el personal que está en
contacto con el público. Esto se debe a que, al abrir un abanico de
alternativas de consumo en un mismo lugar, los propietarios se han preocupado
por fortalecer los principios de
atención cuidando los detalles. Asimismo, la competencia ha sido un factor influyente con respecto a
este tema.
Los
empleados de cada tienda lucen refinados, impecables y con un vestuario de
primera que identifica el local para el cual trabajan, así son descritos.
El
observar cómo varios negocios han crecido, es otro cambio relevante. La
estética de unas vitrinas pulcras con distinción y elegancia, han hecho que los
usuarios del mall también se sientan comprometidos a cuidar sus vestimentas,
asegura una porción de la muestra.
El
ritual de la comida dentro de los espacios de Orinokia ha tomado nuevas
características, pues ahora en un sólo
lugar se reúnen múltiples recintos
gastronómicos que anteriormente no existían en la zona y muchos de ellos en
pocos minutos preparan un festín de sabores para su comensal.
Gran
parte de los entrevistados aseguran que la Feria Ok -como se ha denominado esta
plaza-, es la más variada de Puerto Ordaz. Especialidades internacionales de
países como Japón, China, México e Italia, las tan buscadas franquicias
norteamericanas y hasta las criollas, muestran una carta relativamente
económica y que en un abrir y cerrar de ojos dejan en la bandeja una muestra
exquisita.
Y
en cuanto al postre, ni hablar, desde churros hasta wafles, pasando por helados
y un sinfín de galletas, son los acompañantes perfectos para endulzar el día.
Resulta
gratificante el poder comer estas delicias sin tener que entrar a un restaurante
sofisticado, afirma una parte de los encuestados. En la ciudad el poder
disfrutar en familia de platillos de otras latitudes era complicado, pues todos
debían coincidir en los antojos, mientras que gracias a esta feria el grupo se
puede reunir en una mesa y cada quien seleccionar lo que desee.
Orinokia
Mall, en definitiva, abrió un camino de facilidades para los guayaneses, afirmación en la que coinciden la mayoría de los encuestados. Al estar
dentro de este centro las personas tienen la posibilidad de elegir dónde comer,
vestir y hasta divertirse en un sitio seguro.
Niños sedientos de diversión
Un
cine cómodo, un bowling cercano a la ciudad y múltiples alternativas de
diversión interna han servido de gancho para que los más pequeñines de la casa
pidan a sus padres visitar a lo mínimo una vez por semana al gran Orinokia
Mall.
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