Atado a un paracaídas ha logrado posicionarse
como uno de los máximos exponente de este deporte, galardón que le ha dejado el
sabor de múltiples records mundiales y la satisfacción de compartir sus osados
conocimientos y hazañas para consolidar esta práctica en el país
Ada Victoria Serrano
Lo no convencional está
en su marca de presentación, no sólo por consagrarse en un deporte tan elitista
como lo es el paracaidismo, sino por su personalidad que, aparentemente se
inclina hacia lo radical de un estilo despeinado y extremo, así es Giancarlo
Trimarchi.
Al verlo se confundiría
con un sufista, pues de los pies a la cabeza viste un atuendo deportivo,
ligero, holgado, con cierta tendencia náutica, sin embargo no son las aguas lo
que apasiona a este personaje, sino el aire que sopla en su rostro cuando
siente que va en caída libre.
Con tono y porte
juvenil se acerca, su cabellera revuelta roba atención y su sonrisa invita a
romper cualquier halo de formalidad existente. Al detallarlo, resulta
complicado hallar algún elemento o indumentaria que lo asociara directamente a
la disciplina del salto al vacío.
El desafío al vértigo
le es normal, sin embargo no por esto deja de ser emocionante y lo deja claro.
De esta manera, comienza su relato delineando esa sensación que experimenta
cada vez que acaricia la vida y la muerte al descender de las alturas a
velocidades extraordinarias.
Con 29 años de edad,
Trimarchi ha conseguido especializarse en disciplinas como Freefly, Freestyle y
aterrizajes. De igual forma, se destaca como instructor de paracaidismo y
cabeza de la Sky Dive Venezuela -con sede en Higuerote- y ha obtenido
reconocimientos por múltiples producciones audiovisuales realizadas desde las
nubes.
Esta aventura de surcar
los cielos se inició cuando a los 20 años de edad realizó el primer salto en
los cursos que impartía la Escuela YCC, lo cuales han cambiado
considerablemente, comenta. Antes sólo se hacían saltos de 4 mil pies, mientras
que hoy en día llegan a los 13 mil.
Su inquietud se acentuó
gracias a la influencia de su padre quien era piloto y saltaba junto a sus
amigos. De pequeño afirmó que alguna vez quiso hacerlo pero no se dio la
oportunidad idónea.
Actualmente tiene una
marca de casi seis mil saltos realizados durante sus ocho años de carrera y
ostenta records mundiales en la modalidad de freefly en Chicago 2002 y en California 2004, asimismo se ha hecho
acreedor de los primeros lugares en las categorías 3-way y freestyle pro class en los Space games 2003 realizados
en Italia.
Trimarchi ha volado por
los cielos de Venezuela, Italia, Rusia y Estados Unidos -por nombrar algunos-,
en los cuales dejó su huella, sin embargo fue en Florida donde tuvo la
oportunidad de compartir con los diez mejores paracaidistas del mundo en varias
disciplinas.
Este episodio lo
recuerda con agrado pues afirma haber llegado a este escenario “pichón” con a
penas 300 saltos en su haber y dos años y medio en el deporte. Nunca imaginó que se dedicaría profesionalmente
como paracaidista, porque no es lo mismo practicar este deporte como aficionado
que llevarlo a formar parte de tu vida.
Adrenalina de un experto
Si de seguridad se
trata, Giancarlo Trimarchi señala que como instructor tiene la responsabilidad
de enseñar cuál es el debido funcionamiento del equipo; cuáles pueden ser las
posibles emergencias y cómo resolverlas; las posiciones; y las alturas a las
cuales debe abrir el paracaídas. Según su experiencia comenta que ha tenido una
mal función cada mil saltos, debido a la posición en la que se encontraba
empacado.
En cuanto a preparación
mental, dice que en el curso se detecta si la persona tiene la destreza o no
para saltar. Lo que más le agrada es volar alrededor de las nubes porque es un
punto de referencia en el cielo y puede
visualizar la velocidad que lleva.
Con respecto a los
trajes utilizados, Trimarchi señala que hay muchos tipos de materiales para el
vestuario de un paracaidista, pero básicamente están hechos de nylon, cotton o lona. Los más aguerridos como
él, han realizado en los aires diversos Fashion shows de casa reconocidas
internacionalmente, haciendo una especie de desfile al lanzarse. Esto le gusta
porque el material gráfico obtenido es interesante.
Como fotógrafo, lo más
curioso que ha realizado fue una sesión en Florida para la revista Play Boy, en
la cual una modelo se lanzó totalmente desnuda.
Sin duda alguna, este
excelente paracaidista, camarógrafo y fotógrafo entrega su mejor salto en un
trabajo de primera, esperando que este deporte llegue a afianzarse en el gusto
de los considerados con espíritu extremo en Venezuela.
Trimarchi en un salto
- ¿Qué es lo más gratificante de enseñarle a otros?
“Tener pupilos alrededor del
mundo a quienes les he enseñado a volar”.
- ¿Si no fueras paracaidista, a qué te dedicarías?
“A la aviación o a los negocios”.
- ¿Cómo te ves de aquí a diez años?
“Pienso trabajar y saltar hasta que el cuerpo aguante. Hasta que ya no
pueda más mi vista, músculos, huesos...
que sé yo”.
- ¿ Hay algún límite en este deporte en cuanto a condición física?
“No. Tengo amigos de 64 años que se han lanzado toda su vida y lo siguen
haciendo, son hitos del paracaidismo. Necesitas sólo cierta condición, como en
todo. Por ejemplo, no puedes sufrir del corazón”.
- ¿Cuáles son los cambios que has sentido luego de saltar?
“Cada vez que lo haces sientes que estás en tu ambiente. Al principio te
cansas mucho, por la adrenalina que hay en el cuerpo, pero con el tiempo te vas
acostumbrando”.
- ¿Dónde se siente el mayor cansancio?
“En la espalda, porque a veces el paracaídas está un poco duro, y en el
cuello si llevas cámaras pesadas, porque vas muy rápido y si no tienes la cabeza abajo, en un descuido,
con un frenazo te puedes dar como latigazos”.
- ¿Cómo te ha ayudado en día a día el practicar este deporte?
“No sé, pero si me ha ayudado (risas). Es muy difícil, nadie entiende lo
que tu haces, la gente te ve raro, te dicen que eres de otro planeta o eres
hippie. La mayoría de las personas piensan que estás loco”.
- ¿Que es el paracaidismo para ti?
“Todo. Mi dedicación, mi amor, mi vida... Hace cinco años dedicó el 100%
de mi tiempo a esto, es lo único que hago. Y ahorita que estoy en Venezuela
cuando es época de verano y no hay mucha actividad, descanso; sino estoy de
lunes a lunes en esto”.
- ¿En qué lugar te gustaría saltar?
“Quiero ir al Ángel pronto. He estado allí y he llevado a personas a
saltar pero no lo he hecho porque no tenía el equipo. Para ello se necesita un paracaídas
de salto base que abre más rápido, ya que se salta más bajo”.
- ¿Qué te gustaría hacer en el mundo del paracaidismo, que no has hecho
aún?
“Llevar el centro de paracaidismo más grande, en estos momentos estoy
trabajando con túnel de viento que es
como un simulador de caída libre; crear un equipo venezolano que pueda competir
fuera; y quisiera algún día hacer una película en cine acá en el país”.
Paracaidismo en números
Trimarchi, quien tiene
un promedio de 5.200 saltos en su carrera, sugiere que para
practicar este deporte, aparte de disposición, se necesita dinero.
Si se compara el
paracaidismo con con otra disciplina, se puede observar que es más oneroso. Un
curso cuesta alrededor de 2. 800.000 bolívares, un paracaídas está
entre los 3.000 a 5.000 dólares, y cada salto con equipo
en mano tiene un valor 50.000
bolívares. Si usted quiere dedicarse al
deporte, hay que considerar que no haría un salto al día, sino aproximadamente 10 saltos. Y si se multiplica por los 365 días, hay que sacar la cuenta de cuán costoso
puede resultar al año.
Pero si usted es un
novato 10 minutos de instrucción y 1
salto amarrado con un arnés a un instructor profesional, durante
aproximadamente 1 minuto de caída
libre desde 13.500 pies tiene un valor de 465.000 bolívares.
Y si quiere llevar a su casa una foto de recuerdo serían 50 mil adicional.¿Qué le parece?
Nubes guayanesas
Trimarchi ha visitado
los cielos de Santa Elena de Uairén y Kavak. Como paracaidista le gustan los
paisajes del estado Bolívar porque le permiten volar al lado de los tepuyes y
sobre tanta vegetación que crea una atmósfera especial.
Señala que hay una
variedad en cuanto a las alturas seleccionadas para lanzarse, si el nivel del
piso es muy elevado, recomienda saltar un poco más bajo y se requiere oxigeno,
pero por lo general en Bolívar se usan aviones pequeños a los diez u once pies.
Como lugares idóneos,
sugiere Canaima por los saltos de aguas y por la naturaleza que allí se puede
observar, inclusive afirma que una persona se puede lanzar al lado del Salto
Ángel.
Como productor
audiovisual ha hecho fotografías por los ríos, que desde su perspectiva, son
espectaculares. “Tu ves al mundo desde arriba como otro mundo, es como Jurassic
Park”.
En el suelo de esta región
Trimarchi ganó el premio “Mejor fotografía” en el Festival de Ascenso 2005,
gracias a una gráfica tomada desde el Salto Kavak.
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