“El mejor
psiquiatra es la cocina, te da placer y no te cobra”
Ada Victoria Serrano
Fotografía: Oscar Arria
Fotografía: Oscar Arria
En pleno
preparativo de un matrimonio de sabores, se logro conversar con
la chef venezolana Helena Ibarra, quien se alejó de sus pócimas por unos
minutos para compartir sus secretos y anécdotas que la han llevado a moldear,
con creatividad, su discurso gastronómico.
- ¿Cómo defines tu estilo en los fogones?
“Libre y creativo”.
- Como venezolana, ¿cuál crees que es el
ingrediente autóctono imprescindible a la hora de preparar un plato?
“El ají dulce y el picante del bachaco culón
del Amazonas, la catara”.
- Durante el momento creativo ¿En qué te
inspiras?
“En todo, soy obsesiva desde nacimiento. Me
tomaba el tetero y mi mamá cuenta que me sonreía y gemía de placer. Yo viví en
un universo muy adiestrado, al crecer, me di cuenta de cuán dura era la vida
fuera de la cocina y dije aquí hay un espacio de placer y yo quiero vivir este
Walt Disney, por eso me refugié desde los 6 años en este mundo. Me inspiro
desde chiquita en la metáfora, en todos esos cuentos que armo jugando con los
productos de la naturaleza como si fueran mis
muñecas”.
- Ordenada y metódica o bohemia e inspiradora,
¿en cuál categoría te clasificas?
“Creo que el concepto pedagógico ha cambiado en
cuanto al orden, la gente creativa es necesariamente muy libre, y puede ser
desordenada porque vive el momento, no está pendiente de lo que la gente piensa
de ella. Desde ese punto de vista, soy totalmente bohemia y desordenada, pero
cuando llego a la cocina aplico un lenguaje más metódico”.
- Cuando le dijiste a tus padres “quiero ser
chef”, ¿cuál fue su impresión?
“No se dieron cuenta porque yo he cocinado
desde siempre, una de mis primeras tragedias fue haber hecho una cena en el día
de las madres cuando tenía ocho años, puse un cartel que decía restaurante y
agarré un carrito de madera para poner los platos que había preparado. Por un
desnivel se me cayó todo, pero me paré y lo arreglé, cuando eres un apasionado
de algo, así te pase lo que te pase, siempre vas a renacer y eso es lo que te
hace aprender, son las grandes enseñanzas de la vida. Además cuando dejé la
escuela de ecología en Francia y comencé a hacer pasantías en un restaurante no
se sorprendieron”.
- ¿Cuál ha sido la peor critica que han
realizado?
“Cuando me han dicho que un plato llega frío...
para mí es terrible, porque no se da la perfección que busco. Además uno sabe
que un plato frío se convierte en una pesadilla y más cuando te lo hacen
evidente. Lo más duro que me ha tocado vivir es cuando la gente no logra
entender mi discurso y me preguntó 'en qué me he equivocado, qué parte de la
fórmula no se dio'”.
- Entonces, ¿se debería tener alguna preparación
previa al momento de degustar un plato con apellido Ibarra?
“No es lo mismo entrar a comer por necesidad a
un restaurante porque tienes hambre, que ir a una cena donde se va a presenciar
un discurso, pues no te vas a comer un plato que hizo tu abuela. Vienes a
sorprenderte y debes estar con el espíritu abierto, pues es una fiesta para los
sentidos”.
- ¿Apoyas la corriente que apunta hacia la
cocina molecular?
“No entiendo esa corriente, la cocina siempre
ha sido molecular, pues es el laboratorio de la vida y esta moda es un
compromiso comercial, es una etapa para desempolvar viejas técnicas”.
- ¿Cuál ha sido la receta más excéntrica que
has realizado?
“Una que hice con unas láminas de chocolate y
guiso mantuano que llevaba cochino y gallina, con unos cristales de pimentón.
Me sorprendió aunque es muy inspirada en el mole mexicano”.
- ¿Y la que has probado?
“¡Ay... que difícil! Me encanta lo creativo,
así que lo excéntrico no me sorprende, ya que tengo un archivo de asociaciones
que me sé porque he jugado con muchas cosas raras en la cocina. Para
sorprenderme tendría que haber comido culebra, y no la he probado porque soy
una chica muy urbana, me crié en Caracas y muy joven me fui a Francia. Soy muy
conservadora y creo que lo
extremadamente excéntrico no me atrapa, me gusta lo que me sorprende,
más de lo excéntrico sospecho”.
- Un ingrediente para usar con lupa
“La nuez moscada, el clavo y el laurel. Hay que
ver la locura de profesión que tienen las amas de casas lanzando sus especias y
cuando lees los tratados de afrodisíacos, muchos contienen en sus componentes
químicos un gran poder vaso dilatador y eso hace que se cuente que tienen
poderes mágicos sobre los hombres. Por eso digo que las mujeres venezolanas,
intuitivamente, se dieron cuenta pronto de este negocio... y échale y échale el
poco de nuez moscada y como son especias muy concentradas y muy fuertes, se
comen el sabor de los alimentos”.
“Me fascina el queso guayanés y la cachapa. Soy
absolutamente venezolana y por eso creo que he podido mantener un discurso
culinario durante tantos años. He trabajado con el vino y vinagre de merey,
presenté esos platos por primera vez en el Restaurant Palms de Caracas
cuando nadie trabajaba con eso y tengo recetas con esos productos”.
- ¿Apoyas el dicho que dice “todo lo divino
engorda”?
“Todo lo divino, compulsivo y asociado a la
angustia, engorda, que es distinto. No se debe comer con ansiedad y angustia y
lo puedo afirmar porque cuando era joven tenía diez kilos más que ahorita y hoy
como más, pero en ese estudio permanente me doy cuenta de la conducta y la
manera cómo uno se relaciona con los alimentos. Por eso digo que las personas
que comen mis platos poco engordan, porque es un cuento para disfrutar, a pesar
de que lleven tocino y grasa”.
- Una manía al momento de cocinar
“Las tengo todas, pregúntales a mis cocineros.
Lamentablemente, desde muy pequeña he
sido muy perfeccionista, cosa que me ha hecho de repente llevar más alto mis
niveles de exigencia, pero por otro lado no se lo recomiendo a nadie porque es
un freno, ya que te angustias tanto que te haces daño y te quita las energías necesarias para
trabajar bien. También tengo la manía de abarcar muchas cosas al mismo tiempo y
eso genera estrés”.
- ¿Qué haces para relajarte?
“Practico yoga y pilates. Oigo muchísima
música, me encanta el Rock and roll y escucho el familiar porque mi ex
esposo que fue el vocalista de Sentimiento Muerto, aunque no esté conmigo, me
sigue acompañando con su música. Después de Gustavo Cerati, que lo adoro, he
tenido la oportunidad de vincularme con artistas, porque mi mejor receta que es
mi hija, también es cantante y actriz, y me relaja escucharla”.
- Un “no” en la cocina
“Hay varias cosas que no haría, pero
básicamente es trabajar agresiva. Entrar en la cocina es como un acto religioso
porque estás vinculando hacia otras personas una energía, que si es mala y está
trastornada, te indigesta y no es necesariamente porque los productos están
malos, sino porque sus oficiantes están en mal estado psíquico”.
- ¿Cuál crees que sería la peor combinación de
sabores?
“Aquella que es irrespetuosa con dos mundos
importantísimos que se deben conocer: la química y la matemática. La química es
la esencia de esa calidad, es lo que está detrás, lo que no se ve, pero que si
no conoces la puedes maltratar. Y la matemática, hay proporciones para
combinar, pues hay estadísticas como un cálculo de probabilidades en las
asociaciones que estableces ¿Qué es la sazón?, el equilibrio que depende de una
fórmula expresada en gramos, si te pasas de sal o azúcar, eso se convierte en
un infierno o en un melao, y puede provocarse el divorcio de los alimentos”.
- Un plato favorito
“Trato de comer diferente todos los días porque
estoy en búsqueda de la sorpresa, pero amo la carne, me declaro totalmente
carnívora, es el mordisco obligatorio con un toque de picante. Vivo en un
universo muy etéreo y hago muchos perfumes, para mí eso es cotidiano, por ello
soy al revés, prefiero comer algo más consistente, que me conecte con la
realidad y lo básico, con los cadáveres exquisitos”.
- ¿Algún utensilio indispensable para Helena?
“Es muy cómico, pero el que siempre me ha
acompañado, desde que comencé a trabajar hace 26 años, es un saca perlas, y se
ha convertido en indispensable para mi trabajo porque es mi símbolo. Casi todos
mis platos tienen una perla, porque ésta representa el círculo y la
femineidad”.
- ¿Un plato de la abuela que no has podido
replicar?
“Mi abuela paterna hacía unos ñoquis de sémola
que eran una maravilla, porque se deshacían en la boca y la señora que
trabajaba con ella se llevó el cuaderno con la receta. Y donde quiera que esté
su sobrina, que es quien lo tiene, le digo '¡llévame el cuaderno porque no me
sé la receta!'”
- En reuniones familiares, ¿quién cocina?
“Se dicen que los chefs no cocinan en su casa,
eso es cómo para quién te maquillas, yo cocino para mí, por lo tanto, lo hago
también en mi casa”.
- Un ídolo con sabor
“Gustavo Cerati, pero nunca le he pegado un
mordisco”.
- ¿Qué no comerías y por qué?
Entrañas, tengo un conflicto psicológico con lo
de comerme las partes funcionales de un ser vivo.
- Hay chefs que separan sus vidas por
tendencias culinarias, de ser así, ¿cuál está viviendo Helena hoy en día?
“El período imaginario. Primero viví la etapa
de la naturaleza, ese encuentro con Venezuela cuando regresé de mis estudios en
Francia, era como un reencuentro con la batata rosada y todo lo que había
conocido desde niña. Después, viví la de fantasía, donde comencé a encontrar
todas las herramientas y técnicas, recursos para poder hacer soñar. Y
finalmente, la imaginaria porque ahora me puedo sentar y entender con qué
alfabeto cuento para poder establecer mis metáforas culinarias, para escribir
en prosa y hacer la poesía que quiero que le quede a mis hijos y a la gente que
me ha seguido”.
Conozca su delantal
- Realizó estudios de la materia en el Ordenamiento Territorial en Francia.
- Trabajó cocinando en servicio catering para
el Gobierno venezolano y empresas privadas durante 20 años.
- Ha llevado el nombre de Venezuela a países
ciudades como: Brasilia, Santiago de Chile, Londres, París y Venecia.
- Es fundadora del Centro de Gastronomía y
Salud Cocido a mano, creado en 1999 con la idea de formar chefs.
- Ha tenido columnas gastronómicas en El
Diario de Caracas y en El Universal.
- Fue la
conductora del programa Chop – Suey transmitido por la Mega de
Caracas.
- Actualmente es chef ejecutiva del Restaurant
Palms en el Hotel Altamira Suites, Caracas.
“Esta
profesión es como tirase en parapente, hay que tener una capacidad de asumir el
alto riesgo, pues estás saltando aquí y tienes 70 platos puestos que deben
llegar calientes. Y si por casualidad se cae una olla y la salsa, ¿qué haces?,
el trabajo de dos días no lo puedes recuperar, es todo o nada, es la ruleta
rusa, por eso es una de las profesiones que genera mayor tensión nerviosa”.
“Cuando
mueves una salsa, estas moviendo una danza de moléculas, que al encontrase
generan un conglomerado químico, una
fórmula de sabor particular. Imagínate la multiplicidad de probabilidades
estadísticas para que una salsa tenga puntas distintas con los mismos
ingredientes”.
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